La obesidad infantil es uno de los problemas de salud a nivel mundial más graves del siglo XXI y afecta a la mayoría de países, sobre todo en las metrópolis. Las estadísticas aumentan a un ritmo alarmante y hay cálculos estimados que en 2018, más de 42 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tienen sobrepeso o son obesos. Cerca de la mitad de estos niños con obesidad viven en Asia y una cuarta parte en África.
Los niños obesos y con sobrepeso tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas diabetes y enfermedades cardiovasculares. El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades derivadas son en gran medida prevenibles y es muy importante la prevención de la obesidad infantil.
El predominio del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes se define de acuerdo con los patrones de crecimiento de la OMS para niños y adolescentes en edad escolar. Uno de los baremos más empleados es el conocido como índice de masa corporal o IMC. También conocido como índice de Quetelet, éste toma como referencia el peso y la estatura de la persona, valorando su proporcionalidad en función de la fórmula matemática.
Sobrepeso: el IMC para la edad y el sexo con más de una desviación típica por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS.
Obesidad: el IMC para la edad y el sexo con más de dos desviaciones típicas por encima de la mediana establecida en los patrones de crecimiento infantil de la OMS.
¿Cuáles son las causas de la obesidad infantil?
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantiles es el desequilibrio que existe entre la ingesta calórica y el gasto calórico. El aumento del sobrepeso y la obesidad infantiles se atribuye a diversos factores:
- El aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos con abundantes grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes saludables.
- La disminución de la actividad física debido al sedentarismo de muchas actividades de ocio y recreativas, el cambio de los modos de transporte y la creciente urbanización.
La OMS reconoce que el predominio creciente de la obesidad infantil se debe a cambios sociales. La obesidad infantil se asocia fundamentalmente a la dieta inadeacuada y a la escasa actividad física, pero no se relaciona únicamente con el comportamiento del niño, sino también, cada vez más con el desarrollo social y económico y las políticas en materia de agricultura, transportes, planificación urbana, medio ambiente, educación y procesamiento, distribución y comercialización de los alimentos.
El problema es social y por consiguiente requiere un enfoque poblacional, multisectorial, multidisciplinar y adaptado a las circunstancias culturales.
Al contrario de la mayoría de los adultos, los niños y adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Asimismo, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de obesidad.
¿Cómo se puede tratar la obesidad infantil?
Los medicamentos quemagrasas que se utilizan en adultos para adelgazar no son aptos para niños y la cirugía bariátrica, además de los riesgos que conlleva, sólo es posible cuando haya finalizado el desarrollo del niño y, aún así, debe ser el último recurso. Por tanto, el tratamiento de la obesidad infantil únicamente puede basarse en la modificación de los hábitos de vida.
La primera recomendación necesaria para el tratamiento de la obesidad infantil sea consultar con un especialista y no tomar la iniciativa por cuenta propia, entre otras razones porque es necesario evaluar el entorno familiar. Sin embargo, modificar los hábitos de vida en lo que se refiere a la alimentación y la actividad física en un niño no será una tarea sencilla.
El tratamiento de la obesidad infantil se basa en la combinación de una dieta con el aumento de la actividad física, la educación nutricional y el cambio de conductas. Y ello sólo será posible si se cuenta con el apoyo y la participación activa de la familia.
La actividad física es una parte esencial del tratamiento de la obesidad infantil y debe buscarse una actividad que resulte atractiva al niño. Debe iniciarse con un ejercicio de intensidad suave pero continuo, que vaya ganando en intensidad de forma gradual. También es importante que no la realice sólo y que se vigile que lo haga. La mejor manera de lograrlo es hacerlo con él y procurando que le resulte divertido.
Resumiendo
- aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos;
- reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las insaturadas;
- reducir la ingesta de azúcares, y
- mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas. Para controlar el peso puede ser necesaria una mayor actividad física.