Las alteraciones en el metabolismo de la glucosa se han convertido en una cruz para millones de personas en todo el mundo. Los expertos hablan de una pandemia en regla. Las investigaciones más recientes demuestran que la clave para solucionar este problema no reside en aumentar la dosis de insulina.
En opinión de Roger Unger y un artículo suyo escrito en la revista “The Journal of the American Medical Association” (JAMA), las estrategias actuales para controlar la diabetes tipo 2 (una alteración endocrina que ya afecta a millones de personas en todo el mundo) están condenadas al fracaso si siguen centrándose únicamente en reducir los niveles de glucosa en sangre mediante la administración de medicación antidiabética y de dosis cada vez mayores de insulina (la hormona encargada de metabolizar el azúcar).
Pero ¿cuál es el motivo de que los michelines sean, en realidad, tan peligrosos? Pues que los adipocitos (células grasas) abdominales, al estar aumentados en número y tamaño, tienen la capacidad de generar sustancias (adipocitoquinas) implicadas en varios procesos metabólicos que, a su vez, inciden en el gasto calórico, la ingesta de alimentos y en el funcionamiento de los lípidos y los azúcares.
Por otro lado, los adipocitos de los pacientes obesos presentan menos receptores de insulina, además de más cantidad de receptores beta adrenérgicos que repercuten en una liberación mayor de ácidos grasos libres.
Este excedente repercute en un mayor nivel de radicales libres que también interactúan con determinadas adipocitoquinas, lo que acaba en la apoptosis (muerte celular) de la células beta del páncreas (órgano encargado de segregar la insulina endógena).
Este proceso, denominado lipotoxicidad, perjudica el metabolismo de la glucosa y la insulina. “Esta es una prueba irrefutable de que la diabetes tipo 2 tiene un origen lipocéntrico”, afirma el documento de ‘JAMA’ que señala la necesidad de modificar la perspectiva “glucocéntrica” predominante hasta el momento y conceder más importancia al estudio de la grasa abdominal y el papel de los adipocitos, hasta ahora “unos grandes desconocidos”
Estos datos no implican que todas las patologías se deban únicamente a una rebeldía inusitada de las adipocitoquinas presentes en los michelines.
Pero sí, en lo que a la diabetes se refiere, implican que «la terapia más racional será la que reduzca el excedente calórico responsable de la hiperinsulinemia (exceso de glucosa en sangre) y la lipogénesis (formación y acumulación de grasa). Si mejoran estos factores, la glucemia seguirá el mismo camino progresivamente.